Cuando hablamos de Patrimonio Familiar y Empresa Familiar, usualmente surgen las mismas observaciones y comentarios:
a. Ya tengo testamento.
b. Ya tengo todo en sociedades.
c. Ya todo está a nombre de mis hijos.
d. Ya hice una Fundación.
Entre otras múltiples respuestas.
Como hemos comentado en otros escritos anteriores, apoyamos totalmente a las personas que por lo menos hacen un intento importante de organizar sus asuntos previo a su fallecimiento. El problema es que justamente la ejecución de estos actos se pondrá en marcha al momento de la muerte del propietario, a veces inclusive tomando por sorpresa a algunos individuos que no estaban para nada preparados para ello, pero que hubiera sido esencial que lo estuvieran.
Con la desaparición del dueño, desaparece también su conocimiento, su experiencia, sus contactos, su relaciones comerciales y profesionales, sus tácticas de ventas, etc. Con la desaparición del propietario, se pierde el respeto que había hacia una figura "mayor", con "autoridad moral" y los hijos, que ya no tienen una figura por "encima" de ellos, ahora se encuentran en un plano equitativo en donde nadie manda y pero alguien tendrá que hacerlo. ¿Pero cómo?
Heredar es un acto. Un momento. La entrega de una cosa que era de alguien, a otra persona que ahora será su nuevo dueño. Heredar una finca, un carro, algo de dinero, no presenta mayor problema y en la mayoría de los casos, son bien recibidos y no generan mayor complicación. Pero la problemática viene cuando dentro de esa masa heredada, hay acciones de una empresa operativa o peor aún, de varias. Cuando esos bienes conllevan responsabilidades, decisiones y/o actos importantes que requieren de entrenamiento, conocimientos y coordinación, a veces con otros accionistas, aquí es donde surgen serios problemas y si no hay una planificación previa, los resultados pueden ser nefastos tanto para el patrimonio, como para la familia.
La sucesión es un proceso que inicia muchas veces, inclusive antes que lleguen los hijos. La sucesión es un conjunto de acciones y decisiones ejecutadas durante un período de tiempo previo suficiente, que garantiza que al momento de heredar, ese heredero o esos herederos tengan los conocimientos necesarios para recibir el patrimonio (que puede incluir una empresa), administrarlo de manera eficiente, asegurando una transición pacífica y estable, así como imperceptible hacia afuera, para dar la visión externa de estabilidad, firmeza, continuidad y permanencia.
Igualmente, un proceso de sucesión garantiza que si hay más de un heredero, estos tengan claros cuál será el papel que jugará cada uno, cuáles serán sus límites, cómo trabajarán en conjunto cuando no exista una figura de mayor autoridad moral por encima de ellos e inclusive, como se garantizará la participación más adelante de los hijos de estos herederos. Esto impide que el patrimonio y la familia sean destruidos por herederos en pugna, queriendo cada uno hacerse con un pedazo mayoritario del pastel. Esto sucede muy a menudo, producto de pensar en la herencia y no en una sucesión planificada, así como no utilizar vehículos como Fundaciones, Fideicomisos o en algunos casos muy puntuales Sociedades, los cuales bien utilizados, pueden ser fuertes aliados dentro de la planificación de la sucesión y la organización patrimonial.