La pandemia global no perdonó la zona de confort de nadie. El famoso cisne negro (“black swan”) se mostró y nos dejó ver cuán preparados estábamos (lo mucho o lo poco) como colectividad y como individuos también.
Sobre la experiencia individual de cada uno de nosotros, hablemos sobre dos sentimientos que a muchos nos han quedado profundamente marcados:
- Tengo que tener un Plan B
- La importancia de preservar el hogar
Plan B: Si bien son varios los que sostienen la tesis de que una pandemia no era un evento completamente imprevisible, es bastante razonable afirmar que la enorme mayoría de personas u organizaciones no tenían planes de contingencia frente a la ocurrencia de una. El hecho de que se haya manifestado con tal velocidad y con tan dramáticos efectos, nos hace plantearnos y dar una mirada dura al tamaño de nuestro “colchón”, el clásico “chanchito” o como queramos llamar al refugio en el cual podamos caer cómodos si volviera a darse en nuestro tiempo otro evento “life-changing” como éste.
El Hogar como refugio y centro de operaciones: no es necesario explicar hoy cómo la experiencia de tener/poder trasladar nuestras actividades económicas a nuestros hogares (que no todos tienen la posibilidad de hacer) nos ha afectado. Los hogares se han vuelto el epicentro de nuestras vidas y será una tendencia que se mantendrá por un tiempo con un favorecimiento de lo local -vs- lo global. Las familias buscarán dentro de sus posibilidades mejorar las condiciones de su hogar o mudarse a otros en anticipo a la posibilidad de que pasarán más tiempo dentro de los mismos.
El COVID-19 cambió para siempre la experiencia que representa ser un empleado, un cliente, un inversionista, incluso un ser humano. Si bien reinará una política de “esperar a ver qué pasa”, quizás esto sea el acelerador que necesitabas para poner tus temas en orden (esos que siempre dejas para después) y sentarte con nosotros para determinar cuán viable podría ser una fundación administrada o estructura fiduciaria, o la ejecución de inversiones en algún tipo que percibas como de refugio para ver si el próximo cisne te encuentra mejor preparado.